hay días

Entré, como de costumbre a mi cafetería preferida.


   RONJA ESPRESSO BAR, Rostock

Es tan pequeñita que parece de juguete, me encanta.

Sólo llevo viviendo aquí dos meses, pero he ido tantas veces ya, que algunas camareras [casi todas son chicas, y el único chico lo parece] ya me conocen. No es que me llamen por mi nombre ni nada así, sólo sonríen amablemente, un poquito más que la primera vez, y eso [aquí] ya es mucho.
Hubo un día en que ni siquiera tuve que pedir lo que quería porque la chica ya lo sabía cuando entré por la puerta.
Fue una sensación agradable, me sentí visible por un momento.

Pero lo que pasó ayer fue distinto:
Había detrás de la barra una chica morena de pelo corto, muy modernamente vestida, que yo nunca había visto antes. Y eso que voy casi a diario, a distintas horas [trabajan a turnos].
Me sentí confiada para establecer con ella una conversación más allá del habitual intercambio que tengo con las demás, consistente en:

- Hallo!
- Hallo.
- Ein Latte Macchiato, bitte.
- Zum hier Trinken?
- Ja.

[¡Hola!/Hola/Un Latte Macchianto, por favor/¿Para tomar aquí?/Sí]

Así que me arranqué, algo en ella me hizo pensar que podía ser una tía maja, quizá fuera su corte de pelo parecido al mío, quizá sus ojos bien maquillados, quizá su falda negra de tubo con botas de motera.
Le pregunté si era nueva:

- Bist du neu hier?

Me miró inexpresiva:

- Nein.

Creo que no hace falta traducción.
Eso fue todo, me quedé mirándola esperando algo más, un "llevo ya dos semanas", "es que normalmente trabajo por las tardes", se me ocurren muchas cosas que podría haber añadido a su negativa.

No ocurrió.

Hay días en que me iría a casa a pegarme de cabezadas contra la pared y después de un rato compraría el primer vuelo que saliera hacia España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario